domingo, mayo 04, 2008

La inflación no es un problema

U. Nikolai Alva

Editor - Revista: “Punto de Equilibrio”

Los últimos eventos de la coyuntura económica nos obligan a retomar un tema, hasta hace poco, olvidado: la inflación, sobre lo cual se ha dicho mucho, mas sobre sus causas se sabe poco. Para quienes recordamos la década de los años 1980, solo escuchar aquella aciaga palabra nos causa espanto. Consecuencia de ello es que aún existe una preferencia poco lógica a ahorrar en dólares: en aquellos tiempos infaustos era la única forma en que podían salvarse los escasos ahorros. Sin embargo, pasados los años, la inflación pasó al baúl de los recuerdos, hasta ahora, que suele hablarse del retorno del “fantasma de la inflación”. Si bien la inflación está mostrándose por encima de lo previsto, se estaría exagerando el problema, quizá debido a que en nuestro inconsciente colectivo la conjunción de inflación y gobierno de García, resucita oscuros terrores.

Sobre las causas del aumento de la inflación peruana, aunque el incremento de la demanda interna fue una, la principal ha sido la inflación internacional: aumentos espectaculares en los precios de las materias primas, entre ellos del petróleo, y de los alimentos, como el trigo, el maíz y la soya. Precios que, por una demanda creciente (expansión de consumo en China e India) y una oferta decreciente (reemplazo de áreas de pan llevar para la fabricación de biocombustibles), se mantendrán altos los próximos tiempos. Asimismo, si comparásemos la inflación peruana durante el año 2007, de 3,9%, con la de otros países de la región (además de que en la mayoría de ellos las tasas de inflación fueron mayores a las metas previstas), la peruana fue de las más bajas; por ejemplo, en Chile fue de 8,1% y en Colombia, de 6,4%.

Es verdad, la inflación del último mes ha sido un tanto alta: 1,04%; pero similar a la del año 2004 (donde nadie hablaba de rebrote inflacionario), lejos del 163% del año 1985 (inicio del gobierno de García) y más lejos aún de su cenit: 7.482% en1990 (fin del primer gobierno de García). Como se esperaría y como investigaciones de valía lo han demostrado, la inflación ha afectado más a pobres que a ricos. Precisamente, este es el tema en el cual queremos hacer hincapié. Dado el inmenso crecimiento del producto (9% en 2007), la inflación no sería un problema si, gracias a la expansión, hubiese habido una disminución –sino equitativa, al menos importante– de los niveles de pobreza. Sin embargo, de 2001 a la fecha, el producto se ha elevado en 31% y la pobreza solo se ha reducido en 4,2% (según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI).

Son también problemas: que la educación pública en el Perú sea de las peores –por no decir la peor– de América Latina, que 7 millones de personas no tengan conexión al agua potable y paguen sobrecostos que bordean los 250 millones de dólares al año (véase Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional-AFIN), que 21,9% de los niños padezcan de desnutrición (véase Ministerio de Educación), que en el ultimo trimestre de cada 100 personas de la PEA solo 43 estén adecuadamente empleadas [véase, INEI (2008). Situación del mercado laboral en Lima Metropolitana, Informe técnico Nº 3].

¿Por qué, pese al enorme aumento del producto, la riqueza se distribuye de modo tan inequitativo? ¿Es correcto persistir en el modelo económico primario exportador?

De manera esquemática, el modelo económico peruano se caracteriza por tener una estructura primario-exportadora. En este sistema se privilegia al crecimiento económico sobre la distribución de la riqueza y a la empresa privada sobre la participación del Estado. Se dan todos los incentivos posibles al capital, ya que con mayor capital, mayor inversión; con mayor inversión, más crecimiento; y, con ello, menos pobreza. Así, en una economía industrial, mayor crecimiento significaría mayores puestos de trabajo, esto más riqueza de las familias ello provocaría mayor consumo y esto, a su vez, a mayor inversión, expandiéndose dicho circulo virtuoso. Sin embargo, en una economía primario exportadora, una mayor inversión no necesariamente activa esta dinámica positiva, más bien, generalmente, provoca todo lo contrario, ya que las ganancias no se reinvierten fuera del sector exportador de boom (el que por lo general opera como enclave) y no hay un aumento considerable del empleo, dado que este sector se concentra geográficamente en lugares circunscritos y su estructura productiva genera una demanda de trabajo mínima (por ejemplo, solo el 2% de la población económicamente activa es absorbida por la minería).

Responder tan complejas preguntas en un espacio tan breve –como acabamos de hacerlo– es temerario e irresponsable, pero sería imperdonable no reflexionar en ello. El boom de riqueza nos permite optar por un modelo económico más solidario, que promueva el desarrollo económico. Ojalá que no desaprovechemos esta oportunidad.

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