domingo, enero 22, 2012

Una comparación del crecimiento económico de Perú y Chile, o la verdad sobre el milagro chileno

U.Nikolai Alva Ponce

Tal vez sea un tanto mezquino si al analizar la evolución económica de nuestro país: Perú, tomásemos como referente a un país vecino como Chile, con el cual, debido a los avatares de la historia, las relaciones no siempre fueron tan fraternas como ahora. No obstante, resulta de suma utilidad hacer dicha comparación, ya que permitirá comprender mejor los efectos en la economía de determinados esquemas de desarrollo, los efectos de la coyuntura internacional, y también develar algunos mitos.

Como se ilustra en el gráfico, al inicio de los años 1820s el PIB per cápita chileno lucía cierta ventaja sobre el peruano, ello se habría debido primordialmente a que las guerras de independencia y la anarquía militar subsiguiente fueron funestas para la economía peruana, sin embargo, en determinados momentos (a causa del auge del guano en 1857 y del salitre en 1876) el Perú se acerca a Chile.

Luego, inesperadamente el año 1879, ocurre un evento crucial: La Guerra del Pacífico, debido a lo cual se deteriora abruptamente la economía peruana y se estanca durante varios años (recién en 1912, 36 años después, se recupera el mismo nivel de PIB per cápita de 1876).

Empero, Chile, el país ganador de la Guerra del Pacífico, aunque tras la conflagración tuvo un periodo de auge, pareciera que éste no habría sido especialmente alto. Asimismo, como se aprecia con claridad en el gráfico, las ganancias de Chile fueron menores que las pérdidas de Perú, de allí que el descontento cundiese en Chile durante el periodo postguerra estallando una guerra civil y teniendo como uno de sus momentos más dramáticos el suicidio del presidente chileno Balmaceda en 1891.

Ya en el siglo XX, la crisis del año 1929 tuvo efectos agudos en ambos países. Luego de lo cual se recuperan y ambos países muestran tasas de crecimiento favorables durante la segunda guerra mundial y la reconstrucción europea, hasta el año 1972 durante el gobierno de Salvador Allende la economía chilena comienza a caer –vale mencionar que ese año tampoco fue muy auspicioso para la economía peruana que empieza a dar señales de estancamiento-, en el año 1973 Allende es depuesto y asesinado por el golpe de Estado del general Pinochet quien se hace con el poder, y durante los dos primeros años del régimen militar que instaura, en lugar de salir de la crisis, la caída se intensifica siendo superados por los peruanos el año 1975. Luego la economía chilena vuelve a crecer hasta el año 1981, año en que empieza una fuerte crisis teniendo como su momento más crítico al año 1983, cuando el PIB per cápita de Chile llega a ser 4,810 $G-k, un nivel incluso menor que el peor año del gobierno de Allende.


Al analizar el PIB per cápita chileno del inicio del régimen militar de Pinochet hasta su fin, obtendremos que la tasa de crecimiento promedio durante dicho periodo (1974-1990) fue de 1.55%, ciertamente una tasa de crecimiento favorable, pero demasiado pequeña para ser considerada una tasa de crecimiento ejemplar y mucho menos un milagro. Como hecho anecdótico, podríamos compararlo con la tasas de crecimiento promedio de un régimen militar peruano cuya gestión económica creemos a todas luces errada, como fue el caso el gobierno de Velasco y obtendremos que su promedio de crecimiento fue de 1.85% ¡mayor que durante el régimen de Pinochet!. -Discúlpenme por ser enfático-, pero así como nadie diría que el régimen de Velasco haya sido positivo para la economía, pues ¿acaso sería correcto decir que el régimen de Pinochet fue económicamente exitoso?

Obviamente además de la gestión interna adecuada es importante la coyuntura internacional, en ese sentido, el gráfico ilustra con claridad que exceptuando desmanes inesperados (y aunque sea un presunción puramente teórica también aciertos) la dinámica de crecimiento del Chile y Perú se mueven con cierta similitud, lo cual se debería a tener una estructura productiva relativamente similar: primario exportadora, por lo cual el impactos de los ciclos económicos mundiales les afectaría de modo semejante.

El verdadero milagro chileno, si podemos hablar de alguno, habría sido el registrado entre los años 1990 y 1998, con un régimen democrático y un gobierno de izquierda, en dicho periodo hubo crecimiento durante 8 años consecutivos a un tasa promedio anual de 5.8% el doble de la peruana en ese mismo periodo bajo el régimen autoritario de “derecha” de Fujimori, esta tasa promedio menor y el hecho de haber sufrido antes el nefasto gobierno de Alan García, incrementaron la divergencia entre Perú y Chile. No obstante, dicha ventaja significativa se estaría reduciendo los último 7 años, ya que desde el 2005 hasta el 2011 el PIB per cápita de Perú ha crecido todos los años a tasas mayores que las de Chile.


Que el gobierno de Pinochet habría sentado las bases necesarias para el esplendido crecimiento posterior, es una afirmación muy cuestionable, ya que, aunque no lo recuerden muy bien los lectores jóvenes y algunos no tan jóvenes, el modelo chileno de Pinochet de gran énfasis en el libre mercado no tuvo buenos resultados y algunas veces sus efectos fueron negativos, fue recién cuando la izquierda con el regreso de la democracia propone un modelo de mercado pero prestando mayor atención a la equidad y las políticas sociales es que la economía muestra resultados favorables. Vale también recordar que el sector más dinámico y que más ha contribuido a las arcas del gobierno chileno es en específico la minería del cobre, la cual es controlada por CODELCO: una empresa estatal chilena, expropiada a sus dueños estadounidenses durante el gobierno de Allende y que Pinochet la conservó bajo control del Estado. Asimismo, sectores dinámicos como la acuicultura del salmón, la viticultura y la explotación forestal, fueron gestados como parte de un proceso de planificación con anterioridad al gobierno de Pinochet, bajo una estrategia de subvención a determinadas industrias, y de cierto modo en conflicto con la visión de libre mercado a ultranza que se suele creer como la causante del crecimiento chileno.


A modo de conclusión, si comparásemos las veces en que la tasa de crecimiento peruana fue mayor a la chilena el resultado sorprenderá a algunos, ya que el 50% de las veces la tasa de crecimiento peruana fue superior a la chilena, pero hay dos principales episodios a partir de los cuales Chile aventaja al Perú: (1) la guerra del Pacífico y (2) la expansión de 1990-1998. Es decir, la ventaja actual de Chile sobre el Perú no se debería a un proceso inexorable de largo plazo, sino a solo algunos años donde acaecieron eventos claves que permitieron a Chile adelantarse. Respecto al comentado milagro chileno, las cifras mostrarían que si hubo alguno, este no ocurrió durante el gobierno de Pinochet sino durante el gobierno de Aylwin y Frei. Ello implica que en una coyuntura favorable y con una gestión más apropiada, el Perú podría acortar la actual ventaja chilena y tal vez revertirla.

Todas las comparaciones realizadas en el presente artículo corresponden a la evolución del PIB per cápita, si en lugar de ellos analizáramos el PIB global veríamos que la diferencia no es mucha, y si utilizáramos cifras corregidas por la paridad del poder de compra obtendremos que el PIB peruano es mayor al chileno. Dado que hicimos una comparación entre dos países de población tan disímil como lo son Perú y Chile, utilizamos para equipararlos al PIB por habitante, el cual representa algo así como la parte que le correspondería a cada habitante del producto anual de un país si se repartiese a todos por igual lo producido. Desde luego, ello difícilmente ocurriría, ya que las personas que contribuyen más a la economía deberían de recibir más, lo cual es justo; pero también –y probablemente sea lo más frecuente- muchas personas reciben una proporción mucho menor a su contribución, lo cual además de injusto es infame.

jueves, julio 28, 2011

El día de la independencia peruana


U. Nikolai Alva Ponce

El verdadero día de la independencia no habría sido el 28 de Julio de 1821, día de la proclamación de la independencia por San Martín, tampoco el 9 de diciembre de 1824 día de la batalla de Ayacucho, sino el 26 de Enero de 1827, fecha en la cual, los peruanos logran librarse de la dictadura impuesta por Bolívar, y por primera vez desde el Tahuantinsuyo, se instala un gobierno dirigido por peruanos.

La independencia fue una guerra civil. Dentro de cada país latinoamericano hubo tanto realistas como separatistas –también llamados patriotas-; pero al ser los realistas la proporción mayoritaria de los peruanos, la guerra civil en nuestro caso se dirimió rápidamente. Sin embargo, el Perú fue víctima de la invasión de las tropas separatistas grancolombianas (colombianas y venezolanas) y del sur (argentinos más algunos chilenos). Estas tropas, con el objetivo de garantizar la vigencia de sus regímenes, vinieron a combatir al Perú: bastión realista, lo cual, desde el punto estratégico era justificable. Recuérdese que el ejército del virrey Abascal (compuesto por peruanos en su mayoría) tomó bajo su control la Audiencia de Quito (Ecuador), el Alto Perú (Bolivia) y la Capitanía General de Chile. Mientras tanto ¿Qué hacían los españoles de la península?, pues nada o no mucho. Debido a la ocupación francesa primero, luego por la guerra civil entre liberales y absolutistas[1], el apoyo de España a los realistas en Sudamérica fue casi nulo. Por lo cual, los realistas peruanos tuvieron que afrontar unos largos dieciséis años de guerra con sus propios recursos.

Imagínese que usted -estimado lector-, hubiese vivido en el Perú aquella época. Imagínese incluso que estuviese imbuido por la ilustración y profesase simpatías republicanas ¿cómo reaccionaría si llegara un ejército de ocupación que devastase sus bienes y que ponga en peligro su integridad física y la de su familia? Pues lo más probable, es que tomase las armas y saliese en defensa de su tierra: su patria, es decir, aunque suene contradictorio, en esos tiempos aciagos el ser patriota para un peruano habría sido el militar en el bando realista. Por ello no es ninguna sorpresa que el 95% del ejercito realista del Perú estuviese compuesto por peruanos. Muchos políticos peruanos célebres más adelante, lucharon inicialmente en el bando realista como por ejemplo: Ramón Castilla[2], La Mar[3], Gamarra, Santa Cruz, etc. Incluso otros como Goyeneche, Pío Tristán o Leandro Castilla (hermano de Ramón) militaron en los ejércitos realistas hasta el final.

Decir que la independencia tuvo como fecha primordial su proclamación limeña sería dar demasiado valor a solo una anécdota, ya que a los pocos días las tropas realistas volvieron a ocupar Lima. Entonces ¿Por qué tampoco sería la batalla de Ayacucho el día de nuestra independencia? Veamos, -si tomamos en cuenta las cifras más prudentes- se enfrentaron 6906 realistas contra 5780 separatistas (léase libertadores), de las tropas realistas el 93% eran peruanas, mientras en las separatistas el 79% eran un combinado de mayoritariamente colombianos, además de venezolanos, argentinos y chilenos, asimismo ¡un 21% de peruanos! -ya había peruanos en el bando separatista-. Como dijimos antes, se habría comenzado a gestar la nacionalidad peruana, como una respuesta ante los pillajes de las tropas grancolombianas y argentino-chilenas que invadieron nuestro territorio, pero también como una reacción de alejamiento hacia España, de la cual los peruanos no recibieron ningún apoyo importante durante las guerras. En la batalla de Ayacucho perdió el ejército realista, sin embargo, las bajas no fueron contundentes[4]. Por ello, respecto a la rendición en Ayacucho hay diversas interpretaciones, incluso existen tesis conspirativas que la llaman: “la traición de Ayacucho”, ya que, no habría sentido rendirse si aún se tiene un ejército similar al enemigo, a lo cual agregaría que el tener un tratado bien estructurado y que sea firmado tras una negociación relámpago el mismo día de la batalla resulta también sospechoso.

Desde el punto de vista formal el Perú era liberado y la perdedora era España. Desafortunadamente, en la verdad de los hechos, el país perdedor fue Perú, el cual, lejos de ser liberado, se convirtió en un país ocupado por tropas de la Gran Colombia. Bolívar se hizo proclamar por la fuerza dictador vitalicio del Perú con la potestad de elegir su sucesor (un monarca absoluto para fines prácticos), es decir empezaba una tiranía tan igual o incluso peor que la española. Muchos cargos públicos fueron vedados a los peruanos ya que Bolívar los veía con desconfianza. Por el lado económico la situación fue mucho más infame, las compensaciones y botines a las tropas de los Ejércitos “Libertadores” fueron extraídos del Perú, que ya estaba en la inopia. Como colofón del desastre, Sucre luego de vencer a la resistencia realista en el Alto Perú, en lugar de reintegrar dicho territorio al Estado peruano, crea un nuevo país que bautiza con el adulador nombre de Republica de Bolívar o Bolivia, quedando el Perú además de desolado reducido a una fracción de su territorio.

Así, desde los escombros, el Perú comenzó a reconstruirse y logró independizarse de la dictadura de Bolívar un 26 de enero de 1827, el cual sería el verdadero día de la Independencia peruana. Una vez liberados, como era de esperarse, Bolívar (dictador vitalicio de la Gran Colombia) declaró la guerra al Perú, siendo una de sus justificaciones el arrogarse como suyas Jaén y Maynas; que el Perú haya logrado conservar la posesión de esos territorios podría considerarse como una suerte de triunfo.

La verdad, no resulta agradable, muchos preferirían creer la fábula que cuenta de tropas libertadoras a las cuales debemos de estar agradecidos, y que gracias al esfuerzo conjunto pudimos vencer y expulsar a los españoles que nos oprimían a los peruanos. Esa ficción tiene la ventaja de ofrecer una imagen de unidad entre los países sudamericanos, así, hay muchos que al hablar de unidad invocan el nombre de Bolívar: aquel quien fraccionó el territorio peruano.

Tengo el sueño de que, más temprano que tarde, Latinoamérica logre la unidad y así se alcance una región más armoniosa. Me indigna que nuestra historia esté plagada de guerras entre pueblos vecinos, para colmo culturalmente tan similares, y que en el presente en lugar de destinar más recursos a luchar contra la pobreza de nuestros países los dirijamos a gastos militares en previsión de guerras fronterizas. Imagínense como sería Latinoamérica si en lugar de estar perpetuamente enfrentados nuestros pueblos hubiesen estado unidos. Por ello propongo que enrumbemos esfuerzos hacia la integración de Latinoamérica, lo cual es fundamental hacerlo desde bases solidas y por lo tanto, es preciso conocer la verdad de la historia.


[1] Repuesto en el trono Fernando VII, preparó en 1819 una expedición para apoyar la causa realista en América con aproximadamente 22,000 hombres, dicho ejército nunca llega a partir, se sublevó en Cádiz al mando del general Riego y depuso el régimen absolutista, convirtiéndose España, durante el llamado trienio liberal, en una monarquía constitucional. No obstante Fernando VII secretamente pidió ayuda a los franceses, quienes envían a los Cien mil hijos de San Luis (60,000 hombres) los cuales en 1823 restauraron el absolutismo.

[2] Castilla se enroló en 1812 en el ejercito realista, participó en la reincorporación de Chile al control realista; pero es tomado prisionero por los separatistas chilenos en la Batalla de Chacabuco, quienes lo deportan a Buenos Aires, desde donde se escapa y regresa a Perú atravesando la selva brasilera, se reintegra por un tiempo al ejército realista, para luego pasarse al bando opositor. En la Batalla de Ayacucho es herido y llevado al hospital, donde encontrose con su hermano Leandro quien luchaba en el bando realista y resultó herido también.

[3] La Mar peleó valientemente en el ejército realista hasta el 18 de Septiembre de 1821, fecha en que se rinde debido a que carecía de alimentos y armas, lo cual le impedía seguir resistiendo en El Callao. San Martín quien tenía buena referencia de él, lo integró es su ejército como general de división.

[4] Según las cifras oficiales murieron 370 separatistas y 1800 realistas, mientras el número de heridos fue muy similar 609 y 700 respectivamente.

martes, julio 26, 2011

Los bizantinos y el origen de los eslavos

Para aquellos que les interese indagar acerca de los orígenes de los pueblos eslavos, les recomiendo este sucinto y bien escrito artículo: BIZANCIO, LOS ESLAVOS Y EUROPA ORIENTAL de José Marín Riveros, donde podrán informarse en particular de las tesis de quienes plantean que los eslavos no serían una etnia propia en su origen, sino que se gestaron como una creación cultural de sus vecinos bizantinos. Huelga decirles que se animen a visitar BIZANTION NEA HELLAS, allí encontrarán muchos ensayos interesantes sobre el mundo greco-bizantino.

(The Rus under the walls of Tsargrad. Detail from a medieval Russian icon)

viernes, agosto 21, 2009

¿Y ahora qué?: reflexiones en medio de la crisis

U. Nikolai Alva Ponce

«Que los tiempos de crisis son tiempos de grandes oportunidades […]», se ha convertido –a pesar de tener mucho de cierto– en un insufrible cliché, fastidioso tanto por la ridiculez que causa su reiteración vana, como por lo sarcástico que resultaría para un empresario en quiebra o una familia en la inopia decirles que están ad portas de grandes posibilidades. Ciertamente, sería demasiado optimista la fe ciega a la frase citada; empero, es en los momentos de grandes dificultades cuando las sociedades impelidas por la necesidad generan grandes transformaciones para solucionar los problemas que la apremian. Por ejemplo, fue tras la crisis del petróleo de los años 1970 que se desarrollaron tecnologías más eficientes en el uso de energía o fue tras corroborar los terribles daños que la contaminación producía en zonas industriales, que empezó el interés por el cuidado del medioambiente; asimismo, fue tras la debacle de Wall Street en 1929 y la crisis mundial ocasionada por esta, que el gran Keynes desarrolló un enfoque revolucionario en la teoría económica. Del mismo modo, es en estos tiempos de crisis que podemos reflexionar sobre la robustez del modelo económico en el que estamos enrumbados.

Desde luego, el tema es demasiado vasto y complejo para tan exiguo espacio, por lo que nos contentaremos con esbozar las preguntas fundamentales y quizá ensayar alguna respuesta. Empezamos con la inevitable pregunta: ¿por qué ocurrió la crisis?, luego, ¿puede evitarse en el futuro? Y, por último, ¿cómo superarla?

Sobre las causa del estallido de la crisis, los factores desencadenantes son ya ampliamente conocidos: fueron los créditos hipotecarios carentes de garantías apropiadas que se generaron en el mercado hipotecario estadounidense, pero ¿quiénes son los culpables? Si mucho antes del colapso bursátil del 9 de agosto de 2007 ya era sabido que el sector hipotecario hacía agua, ¿por qué las innumerables empresas afectadas no pusieron antes sus fondos bajo mayor resguardo? ¿Por qué los entes reguladores y los gobiernos, en lugar de actuar tan tardíamente mediante rescates financieros costosísimos y de resultados tan precarios, no procedieron antes? Podríamos responder que la culpa recae en los agentes financieros, a quienes, mientras podían obtener ganancia, no les importaba que todo el sistema hipotecario se carcomiese. Sin embargo, esa explicación es tan solo parcial, ya que no podemos comprender porqué dichos agentes pasaron de la codicia a la temeridad (siguieron con sus operaciones financieras e hipotecarias, a pesar del peligro en ciernes) y, de esta, a la ineptitud (algunos, incluso, persistieron en operaciones absurdas cuando la crisis ya había estallado).

Con relación a si crisis similares pueden evitarse en el futuro, la respuesta es casi un sí. Es decir, mientras por un lado tenemos a los pesimistas que al igual que Thomas Carlyle piensan «que la economía es una ciencia sombría y el futuro está plagado de crisis severas»; nosotros creemos que, a pesar de las características intrínsecas del ciclo económico, el cual genera momentos de auge y de caída, dichas fluctuaciones económicas pueden ser disminuidas y tal vez hasta contenidas. Todos recordamos las crisis; sin embargo, por el contrario, no podemos decir a ciencia cierta cuándo estas fueron salvadas. Y la respuesta no es un sí completo porque tenemos ejemplos, como la crisis presente, donde, pese a saber con anticipación su advenimiento, cegados quizá por los célebres animal spirits, de los cuales hablaba Keynes, ignoramos torpemente el peligro.

Y, por último, sobre cómo superar la crisis… Así como la especulación desplazó ingentes fondos desde proyectos rentables al ruinoso mercado hipotecario norteamericano, ahora, aunque en crisis, dicha falencia se habría corregido. Los hombres de negocios, en general, tendrán (al menos en el corto plazo) un poco más de prudencia al momento de realizar sus inversiones. Muchos empresarios peruanos, en particular, luego de percibir lo vulnerable que es dedicarse a la exportación de materias primas, aumentarán la sofisticación de sus productos, diversificarán sus mercados e incluso incrementarán sus intereses en el mercado interno. Por su parte, el Estado, consciente de las severas inestabilidades que provoca el descontento social, ahondará esfuerzos en sus políticas de desarrollo de infraestructura, educación y lucha contra la pobreza. Naturalmente, lo descrito en este párrafo es excesivamente optimista; pero ¿acaso no es factible?


Punto de Equilibrio, Lima Julio de 2009

miércoles, mayo 06, 2009

El año del TLC y de la crisis

U. Nikolai Alva

Resulta interesante examinar la evolución de las actitudes respecto de la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el Perú y los Estados Unidos. Podemos dividir dicha evolución en tres fases fundamentales: la primera, al empezar las negociaciones, en donde la mayoría de los líderes políticos de ambos países se mostraron favorables a la firma; aunque no se había logrado el consenso, dicho tratado fue suscrito. En una segunda fase, quizá merced a una intensa campaña mediática, la idea de un TLC no solo fue percibida como algo favorable sino como algo que brindaría inconmensurables beneficios. Y, una última fase, la actual: en un contexto económico sombrío signado por la crisis estadounidense, cuyos efectos ya están afectando negativamente y en gran cuantía al orbe, el optimismo anterior podría abandonarse y las simpatías hacia este TLC revertirse.

Hasta hace unos años, tanto para el Perú como para sus principales socios comerciales, las variables macroeconómicas lucían regularmente propicias en general, y especialmente favorables para el Perú en particular. Sin embargo, en el actual contexto tan desalentador, nuestro país no podría ser una excepción, una isla de crecimiento económico y prosperidad. Desde luego, existen una serie de variables favorables como una relativamente baja inflación (menor que el promedio de América Latina) y un crecimiento continuo de las exportaciones, pero por ser una economía pequeña, la contracción de la demanda internacional nos afectaría seriamente. Aunque la evolución del PBI durante el año 2008 siguió una tendencia de crecimiento económico alta –el crecimiento anual de la producción fue de 9,84% con relación al año 2007 y representa la tasa más alta en los últimos 14 años, según el INEI–. Ya se vislumbra una caída, de una magnitud relativamente pequeña, por los rezagos en la transmisión de la crisis; como pronostica el World Economic Outlook último: “No hay indicios de recuperación y cuando ésta ocurra es muy probable que sea muy lenta”.

Extrapolando lo acontecido tras crisis mundiales anteriores, se espera que los países industrializados se vuelvan más proteccionistas, por lo que podría pensarse que el TLC resulta muy oportuno: aseguraría acceso a mercados que podrían empezar a cerrar sus puertas a las exportaciones de países que no tuvieron el ‘acierto’ de firmar un TLC; podría especularse que Obama, quien se ha manifestado en contra de los TLC firmados por los Estados Unidos con Colombia y Centroamérica, pensase en una renegociación con el Perú (véase el artículo de Quiliconi en la presente edición). Asimismo, al sufrir los Estados Unidos los vapuleos de la recesión, la demanda de exportaciones disminuiría significativamente. Por ese motivo, no son pocos los políticos y analistas que ante la retracción de la demanda estadounidense están a favor de firmar un TLC con cualquier país que se pueda, para así compensar la pérdida. Quizá por ello algunos observan con anhelo un TLC con China, esperando que esta, que ha venido creciendo a tasas muy altas, ocupe el lugar de los Estados Unidos, reemplazándolo tanto en el liderazgo como en la cuantía de la demanda mundial. Sin embargo, se olvidan de que China es una economía tan vulnerable a la crisis como todas las demás, en especial porque su estructura exportadora depende mucho de la demanda estadounidense.

Finalmente, en lugar de culminar el texto con conclusiones, nos despedimos con las preguntas: ¿Tiene sentido discutir los beneficios o los perjuicios de un TLC ya firmado y vigente? ¿Es el TLC un hecho irreversible?


Punto de Equilibrio, Lima Marzo de 2009


martes, enero 27, 2009

De la felicidad y el tedio

Escribe: Sebastián Ducas
Revista: "Punto de Equilibrio"

...Mas, entre los chacales, entre las panteras y los linces,

los simios, las serpientes, escorpiones y buitres,
los aulladores monstruos, silbantes y rampantes,
En la, de nuestros vicios, infernal mezcolanza.

¡Hay uno más malvado, más lóbrego e inmundo!
Sin que haga feas muecas ni lance toscos gritos
convertiría con gusto, a la tierra en escombro
y, en medio de un bostezo, devoraría al Orbe;

Es el tedio! - Anegado de un llanto involuntario,
imagina cadalsos, mientras fuma su hierba.
Lector, tu bien conoces al delicado monstruo,
-¡Hipócrita lector- mi prójimo- mi hermano!
Baudelaire, Las flores del mal

¿Qué hacer cuando lo dulce ya no nos endulza? ¿Cuándo el agua ya no sacia nuestra sed? ¿Cuándo los placeres más preciados ya no provocan deleite? ¿Cuándo la belleza ya no causa goce?

Es el tedio fatal que nace de todo cuanto veo, de todo cuanto oigo
La hermosura ha dejado de agradarme tus mismos ojos apenas tienen encantos para mí
Lord Byron, A Inés

Buscar nuevos placeres nuevos colores nuevas sensaciones como la esfinge de Huysmans; soñar con la desdicha, para así al menos desperezarse, peregrinar escapándose de uno mismo tal Childe Harold.


Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
... Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra.
Cavafis, La ciudad



¿Qué hacer? El suicidio es una liberación para quienes esperan una vida después de la muerte o para quienes padecen demasiados sufrimientos; sin embargo, no es útil para las almas enfermas de hastío existencial, no para los Louis de Pointe du Lac, abrumados para gozar de la vida pero no lo suficiente para abandonarla.

Incluso, si pensáramos en aquellos enfermos de hastío como rara avis, excéntricos, o libertinos disolutos que tienen su merecido castigo por haber bebido con desenfreno de la copa de la vida, y tomásemos la perspectiva del hombre ordinario, veremos que está condenado al sufrimiento. Al partir de la creencia que tenemos deseos ilimitados y medios para satisfacerlos finitos, por más que se busque formas ingeniosas de asignar recursos, todo mortal está condenado a la frustración que provoca el deseo. He allí que aparece la voz de Sidartha Gautama imprecándonos con encanto hacia la renuncia, que si no es un camino para hallar la felicidad, al menos, sí lo es para huir del dolor.


Mas entre tanta oscuridad hay una visión alentadora: para Epicuro, la felicidad, entendida en el sentido homérico, sí es posible y factible, bastaría con pocas cosas: saciedad alimentaria, el amor erótico y el olvido de las inquietudes que aportan la poesía, determinadas artes y ciertas sustancias misteriosas –¿el icor (iχώρ) de los dioses?–.

Finalmente, y con ello concluimos este brevísimo collage textual, quizá la única solución sea la del cínico Lord Henry Wooton: “curar el alma por medio de los sentidos y los sentidos mediante el alma”. Eso es todo, a eso se reduce la vida.

sábado, diciembre 27, 2008

Burbujas financieras y un poco de historia

Escribe: U. Nikolai Alva

Revista: “Punto de Equilibrio

¿Pagaría una suma equivalente a diez veces su sueldo anual por una flor? ¿Usaría los ahorros de toda su vida e hipotecaría su casa endeudándose –a riesgo de poner en peligro todo su patrimonio– con el fin de comprar semillas de dicha bella flor? Traemos esto a colación debido a que, aunque parezca absurdo, así ocurrió en la Holanda del siglo XVII, nos referimos a la célebre “burbuja de los tulipanes”: la primera burbuja especulativa de los tiempos modernos, la cual resulta proverbial para analizar y traer a contexto la fragilidad del sistema financiero, a la luz de la crisis norteamericana en curso.

En la Holanda de los años 1630 parecía que el precio de los tulipanes crecería ilimitadamente y casi todas las personas –desde los más ricos a los más pobres–, debido a que los beneficios de este negocio eran enormes, invirtieron en el mercado especulativo de tulipanes. A pesar de las sensatas prohibiciones del Gobierno holandés que los llamaba windhandel, “negocio de aire”, por las dificultades de ejecución contractual que generaba, se creó un mercado de futuros a partir de los bulbos de los tulipanes. De repente, un buen día –nefasto para la mayoría de holandeses–, el 6 de febrero de 1637 para ser más exactos, no hubo compradores para los tulipanes: la burbuja estalló y los precios cayeron abruptamente. Muchos se habían prestado sumas enormes para comprar flores que ahora no valían nada. Las quiebras generalizadas y, finalmente, el pánico llevaron a la economía holandesa a la ruina.

Aquella crisis, de manera similar a la norteamericana actual, aconteció ‘inesperadamente’ y en medio de la bonanza. En ese sentido, una de las causas de las burbujas –y son muchas– sería la excesiva acumulación del capital financiero, el cual debido a su abundancia termina siendo sobreinvertido en papeles cuyo valor intrínseco difiere mucho de su valor bursátil, y luego –como ya todos saben– estalla la burbuja. Entonces, cada vez que haya una excesiva acumulación de capital financiero, estaríamos en riesgo de que aparezca una burbuja ya que, dicho excesivo capital desbordaría a los analistas, quienes al no saber donde invertir –por más racionales que fueren– se verían impelidos a hacerlo en acciones o proyectos de rentabilidad dudosa. Así, y con mayor razón al no haber la regulación adecuada que limite las inversiones imprudentes, la burbuja se infla.

¿Y por qué se acumula el capital financiero de manera excesiva? Las causas pueden ser varias, desde aquellas originadas en el sector real (como, por ejemplo, la crisis de la deuda y los petrodólares), como aquellas puramente especulativas. En las últimas ha sido recurrente que la racionalidad de los agentes financieros y del sistema en su conjunto sean puestos en tela de juicio; recuérdese los animal spirits keynesianos, donde las expectativas de los inversionistas oscilan permanentemente entre la confianza y el recelo. Ya lo dijo también Newton tras perder una fortuna en la “Burbuja de los Mares del Sur” (el crac de 1720): “Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de la gente”, o el ilustrativo título que Charles Mckay, testigo de la burbuja de los tulipanes, dio para referir dicho episodio: Memorias de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes.

Recordemos la crisis: “Punto Com” de fines de los años 1990 y comienzos de los años 2000, donde del excesivo entusiasmo por los beneficios futuros de las empresas tecnológicas, que motivaron su espectacular alza, se pasó a la desconfianza ante la ausencia de rentabilidad. Sin embargo, ello no desencadenó una crisis en la economía estadounidense porque la corrección de precios se dio relativamente pronto, una parte de ese capital financiero migró hacia los commodities de materias primas (lo cual es una de las explicaciones del alza de estos durante los últimos años) y, fundamentalmente, porque gran parte fluyó hacia el sector hipotecario gracias a las regulaciones –o la falta de ellas– que incentivaban las inversiones en este sector, generándose la última burbuja.

Empero, ¿a dónde habrá ido a parar el capital financiero que inflase la anterior burbuja? ¿Se estará gestando una nueva? Quizá, sí. Actualmente, junto con la caída drástica de los índices bursátiles y la gran volatilidad, se vislumbra que, buscando una mayor seguridad, mucho del capital financiero se estaría concentrando en bonos del tesoro estadounidense –activos libres de riesgo, según los libros de texto–, lo cual resulta un tanto irónico por ser Estados Unidos precisamente el país en crisis. Así, ello podría ayudar a que dicho país se recupere de manera más rápida de la crisis, como también podría estar generándose una nueva burbuja: “La burbuja de los T-bonds”, una burbuja de activos ‘libres de riesgo’ aunque sea paradójico decirlo.

jueves, noviembre 27, 2008

Relaciones comerciales Asia Pacífico durante el Perú colonial: una brevísima revisión histórica

Escribe: U. Nikolai Alva


En estas fechas, hablar de las grandes posibilidades que depararía un mayor comercio entre los países ribereños del Pacífico está muy en boga. Asimismo, por haber sido el Perú sede de una serie de importantes eventos APEC, es muy probable que usted, estimado lector, esté más que cansado del reiterado bombardeo de artículos sobre el sinfín de ventajas de una mayor integración comercial en la citada región: pareciera que recién descubriésemos que tenemos a Asia y a Oceanía frente a nuestras costas.

Por ello, y tratando de no caer en tópicos comunes, es que nosotros creemos que resulta pertinente recordar que el interés comercial en dicha región y los vínculos generados vienen de muy larga data. Nos remontamos a explorar las relaciones comerciales Perú- Asia Pacífico desde tiempos de la Colonia, llevándonos algunas sorpresas.

Huelga decirlo; pero si ahora China es una de las estrellas económicas en ciernes, durante el siglo XVI era sin lugar a dudas la primera potencia mundial, tanto en el ámbito cultural como en el económico. Así, tenemos que inventos técnicos que transformaron a Occidente durante los siglos XV (como la imprenta) y XVIII (como la máquina de vapor y telares automáticos) ya eran conocidos en China desde hace mucho tiempo. Recordemos que la expedición de Colón, cuyo objetivo era llegar a Catay (China), Cipango (Japón) e India, no tenía como finalidad –en primera instancia– la conquista de dichos países, sino el establecimiento de relaciones comerciales más rápidas y directas para las valiosas especias y manufacturas producidas en ellos. Por otro lado, dada la aplastante superioridad de China, la conquista de esta por parte de Occidente era, aunque apetecible, absolutamente inviable.

Tras comprender que el Nuevo Mundo (América) no era una dependencia remota del gran Khan Chino, Occidente siguió en su carrera por apropiarse del comercio con Asia, siendo la base para ello, por cuestiones geográfica obvias, en el caso de la Corona Castellana, sus dominios recientemente incorporados en la costa del Pacífico: Perú y México.

Desde el virreinato del Perú se exploraron los diversos territorios del Pacífico Sur. Sin embargo, para desconsuelo de los ávidos emprendedores, esas tierras carecían de productos que les resulten de interés para comerciar y tenían una escasa población, y sumamente dispersa, por lo que no resultaba atractiva ni siquiera para esclavizar. Por ello, muchos de estos dominios, tras ser pomposamente bautizados y declarados bajo soberanía hispana, fueron en la práctica abandonados.

Desde el Virreinato de Nueva España (México) partieron las expediciones ‘comerciales’ hacia el Pacífico noroccidental, las cuales llegaron incluso a las codiciadas Molucas (Indonesia), pero estas ya estaban dominadas por compañías comerciales portuguesas y holandesas. Por ello, las expediciones castellanas se vieron limitadas al archipiélago de de las Filipinas. Si bien en un inicio no les fue muy apetecible, ante la imposibilidad de llegar directamente a China o la India, debieron conformarse y, dado que los filipinos no estaban lo suficientemente organizados para ofrecer una eficaz resistencia armada, procedieron a su conquista.

Aunque Magallanes fue el primero en llegar a las Filipinas y Legazpi el primero en ocuparla, solo fue gracias al agustino Andrés de Urdaneta, quien en 1565 encuentra la ruta de regreso desde Filipinas a México (corrientes marinas favorables que permitían un relativamente rápido viaje), que se inaugura el comercio entre Asia y el Pacifico. Desde entonces, todos los años partía desde Acapulco con destino a Filipinas el llamado galeón de Manila (o la nao de China) repleto de plata mexicana y peruana, principalmente, con la finalidad de adquirir allí mercancías de lujo muy apreciadas en Occidente, como sedas y porcelanas de China; marfiles, diamantes y rubíes de India; alfombras y tapices de la lejana Persia; perlas y ámbar del Japón; pimienta de Sumatra; nuez moscada y otras especias de las Islas Molucas; jengibre de Malabar; alcanfor de Borneo; etcétera. En Filipinas se celebraban ferias a las que asistían barcos de variados países de Oriente, entre estos centenares de buques chinos que acudían permanentemente. Luego de un largo viaje, el galeón de Manila regresaba a Acapulco. El valioso y exótico cargamento tenía como destino México y el Perú (para compensar la plata enviada del Potosí), y lo sobrante era transportado por tierra al Atlántico (Veracruz) para de allí salir hacia España.

Debido a que en Asia la plata era muy apreciada (más valiosa que el oro), los comerciantes hispanoamericanos podían adquirir las mercancías a un precio muy favorable y así obtenían un margen de beneficio enorme (aproximadamente un 300%). Obviamente, por las inmensas ganancias, los comerciantes de México y Perú trataban de desempeñar un papel activo en ese negocio y, por cuestiones de cercanía, los primeros lo lograban más que los segundos. Sin embargo, muchas veces los peruanos disputaron dicha primacía, hombres de negocios limeños organizaron su propia flota hacia Filipinas y México. El comercio se hizo tan intenso que a España apenas llegaban mercancías, por lo cual la Corona Española impuso restricciones; no obstante, el intercambio comercial persistió en su forma ilícita. Así, el comercio en el Asia Pacifico empezó a desarrollarse dentro de los dominios hispanos en las indias occidentales, la ruta comercial de este abarcaba los actuales territorios de países como: México, Perú, Chile, Ecuador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras Guatemala, Filipinas, China, Taiwán, Indonesia, Malasia, Brunei, Singapur Tailandia y Japón. La gran mayoría miembros actuales de APEC.

Ya en tiempos de la República, y gracias a la navegación a vapor, el comercio fue intenso, se establecieron consulados comerciales desde tiempos tempranos en lugares tan exóticos del Pacífico, como Hawai en 1837. La gran migración china hacia el Perú durante fines del siglo XIX no fue casualidad. El engaño que realizaron los negociantes peruanos al ofrecer condiciones laborales ventajosas a los trabajadores chinos para luego, en la práctica, reducirlos a la condición de esclavitud tampoco sería una sorpresa en estas relaciones de comercio-avasallamiento, donde el más fuerte, si nadie lo impide, abusa del más débil.

Precisamente, durante esos viajes de cacería de trabajadores, a unos comerciantes peruanos se les ocurrió la peregrina idea de que, dadas las duras condiciones laborales en las islas guaneras que hacían que muchos trabajadores chinos para desazón de sus empleadores optaran por el suicidio, se ‘reclute’ a los aborígenes de la isla de Pascua, los cuales por vivir en una isla del Pacífico suponían se adaptarían fácilmente a las islas Chincha. Además, el costo de emplearlos era mínimo, solo hacía falta pasar por la isla y encadenarlos al barco. Estos brillantes hombres de negocios ‘reclutaron’ a un tercio de la población de la isla (los que se encontraban en mejores condiciones para trabajar se entiende); luego, cuando las protestas de la comunidad internacional lograse que los isleños esclavizados fuesen devueltos a su territorio, los pocos sobrevivientes repatriados, enfermos de gérmenes occidentales para los que no tenían defensa, contagiaron a sus compatriotas, quienes en su gran mayoría murieron y la población de la isla casi se extinguió.

Los emprendimientos comerciales en la región Asia Pacífico, entre los siglos XVI y XIX, se caracterizaban por un intercambio desigual y de sometimiento, incluso a la esclavitud, a las poblaciones más débiles en pos de la maximización de utilidades. ¿Cómo se desarrollará el comercio durante el siglo XXI? ¿Será un comercio justo o se repetirán –aunque bajo otras formas– los episodios de explotación de antaño? Estemos atentos.

miércoles, agosto 27, 2008

La Belle Époque

Escribe: U. Nikolai Alva


¿A qué se debe tan exótico y afrancesado título? Es para recordar aquellos bellos años entre los siglos XIX y XX (de 1871 hasta 1914, para ser más precisos), los cuales se caracterizaban por un gran esplendor y optimismo en el futuro, debido, por un lado, al desarrollo industrial que permitía un gran bienestar económico –al menos entre las clases altas y medias de los países industrializados de Europa y los Estados Unidos–. Y, por el otro, a los progresos tecnológicos sin precedentes (telégrafo, teléfono, radio, ferrocarril, automóviles, trasatlánticos, aeroplanos, etc.), que facilitaban tanto el comercio como las comunicaciones, que hacían aun más auspicioso el horizonte.

En el Perú actual, muchos habríamos caído en el ensueño de una suerte de Belle Époque, llevamos más de 5 años de crecimiento continuo, del año 2001 en adelante, las exportaciones han aumentado 297%, hay más de 17 millones de celulares (véase Osiptel) y el 74,8% de la población tiene acceso a Internet (INEI). Entonces, resulta justificable ilusionarnos y pensar que esta bonanza durará por mucho tiempo. Desafortunadamente, al igual que en tiempos de La Belle Époque, donde se trataba de una bonanza endeble: las guerras mundiales y las crisis de los años 1920 acabaron con las ilusiones de una sociedad otrora opulenta; empero en el fondo falaz, ya que junto con el bienestar y el lujo de pocos afortunados, convivía un gran número de trabajadores en situaciones precarias, muy similar al Perú de hoy.

¿Podemos hablar de bonanza con 39,3% de pobres? Citando al gran Alfredo “¿Qué es dejar de ser pobre en el Perú?: Que te alcance para comer”. Si comparásemos la estadística más antigua sobre la pobreza con la actual, llegaríamos a la desagradable sorpresa que casi no ha cambiado.

Asimismo, en el Perú, desde hace buen tiempo, la opinión generalizada es que existía y aún existe rigidez laboral, la cual dificulta la contratación y el despido de los trabajadores. Rigidez a la que suele considerarse como la causante principal del desempleo, pues se generarían sobrecostos que restan competitividad a las empresas, ya que éstas tienen que tomar en cuenta el costo de los salarios mínimos, y además, por culpa de ‘rígidos’ contratos, los trabajadores ineficientes no pueden ser despedidos, quedando desempleadas personas de valía.

Sin embargo, ¿se puede hablar de rigidez laboral cuando, según el Ministerio de Trabajo, solo un 20% cuenta con empleo formal –zonas urbanas–?, ¿acaso un salario mínimo de 550 soles –que no sabemos cómo alcanza para vivir– es una exigencia exagerada?, ¿acaso con más de 229,60 soles de ingreso, una familia deja de ser pobre? Y para colmo, tenemos el recrudecimiento de las medidas legales y policiales antimanifestación (DL: 982, 983 y 989), que pareciera que ponen en una misma categoría a las protestas justas y a las turbas delincuenciales. En el Perú, tener un trabajo decente es un lujo que se pueden dar unos pocos favorecidos. Así como van las cosas, el poder pedir mejoras laborales será un lujo también.

Recuérdese que, en gran medida, la causa del ascenso de regímenes totalitarios y las infaustas guerras que estos desataron en el siglo XX, se debió a ese cándido ensueño en que cayó la clase dominante, viviendo una Belle Époque, mientras que entre las grandes mayorías que no participaban de los beneficios se acumulaba el descontento. Me temo que en el Perú está ocurriendo lo mismo.

lunes, junio 16, 2008

En ficción, o el viejo de la montaña

Escribe: Sebastián Ducas

Toynbee, uno de nuestros historiadores predilectos decía que el estudio de la historia implicaba fundamentalmente un ejercicio de ficción, que ésta en lugar de alejarnos de la realidad nos permitiría acercarnos más a ella, así, la percepción de la realidad desde un marco básico es tan solo un conjunto de sensaciones, y es gracias a la interpretación –a la ficción- que podemos transmutar ese masa informe de sensaciones en ideas. Quizás sea por ello que preferimos al fantásticamente fantasioso Herodoto sobre el preciso y denso Tucídides, Los Nueve Libros De Historia del primero, plagados de seres mágicos, oráculos, hormigas gigantes, etc... nos ayudan a comprender el mundo heleno del siglo IV A.C. mucho más que la pormenorizada Historia de la Guerra del Peloponeso del segundo.

Ir À la recherche du temps perdu, no solo en el caso de Proust, sino en el de cualquier persona que quisiese explorar en sus recuerdos, será un viaje no secuencial donde las diferentes impresiones tampoco desfilarán de acuerdo a su importancia, su aparición estará condicionada muchas veces a los estímulos externos del momento, comer magdalenas, aunque no seamos Proust, nos podría hacer evocar Combray y el camino de Swan.

Por ello viene a nuestra mente Hasan al-Sabbah, más conocido como “el viejo de la montaña”, líder religioso del siglo XI, de quién se decía que poseía las llaves del paraíso, él gracias a sus cualidades místicas y con un poco de ayuda de alguna sustancia psicoactiva, mostraba a sus fieles el “reino de los cielos” a tal punto llegaba su persuasión que sus seguidores no dudaban en desobedecer sus órdenes aunque esto implicara la muerte de los mismos.

¿Y a qué viene todo esto? Se debe a que la prensa, desde sus diversas formas, tiene un inmenso poder. Muchas guerras se han desencadenado por intereses económicos, pero han sido los medios de comunicación los que han convencido a los soldados que combatían por fines nobles como el amor a la patria. Muchos regímenes autocráticos han hecho uso de la prensa para aparentar legitimidad. Y quizás con mayor frecuencia, muchos conglomerados económicos se han servido de los medios de comunicación para apoyar sus intereses, ya sea mediante información favorable o desprestigiando a quienes obstaculizarían sus planes. Por todos esos motivos el poder de los medios de comunicación, en especial los ligados al periodismo económico –y no daremos nombres para evitar demandas- solo podría ser comparado por su cuantía al poder del “el viejo de la montaña”.

domingo, mayo 04, 2008

La inflación no es un problema

U. Nikolai Alva

Editor - Revista: “Punto de Equilibrio”

Los últimos eventos de la coyuntura económica nos obligan a retomar un tema, hasta hace poco, olvidado: la inflación, sobre lo cual se ha dicho mucho, mas sobre sus causas se sabe poco. Para quienes recordamos la década de los años 1980, solo escuchar aquella aciaga palabra nos causa espanto. Consecuencia de ello es que aún existe una preferencia poco lógica a ahorrar en dólares: en aquellos tiempos infaustos era la única forma en que podían salvarse los escasos ahorros. Sin embargo, pasados los años, la inflación pasó al baúl de los recuerdos, hasta ahora, que suele hablarse del retorno del “fantasma de la inflación”. Si bien la inflación está mostrándose por encima de lo previsto, se estaría exagerando el problema, quizá debido a que en nuestro inconsciente colectivo la conjunción de inflación y gobierno de García, resucita oscuros terrores.

Sobre las causas del aumento de la inflación peruana, aunque el incremento de la demanda interna fue una, la principal ha sido la inflación internacional: aumentos espectaculares en los precios de las materias primas, entre ellos del petróleo, y de los alimentos, como el trigo, el maíz y la soya. Precios que, por una demanda creciente (expansión de consumo en China e India) y una oferta decreciente (reemplazo de áreas de pan llevar para la fabricación de biocombustibles), se mantendrán altos los próximos tiempos. Asimismo, si comparásemos la inflación peruana durante el año 2007, de 3,9%, con la de otros países de la región (además de que en la mayoría de ellos las tasas de inflación fueron mayores a las metas previstas), la peruana fue de las más bajas; por ejemplo, en Chile fue de 8,1% y en Colombia, de 6,4%.

Es verdad, la inflación del último mes ha sido un tanto alta: 1,04%; pero similar a la del año 2004 (donde nadie hablaba de rebrote inflacionario), lejos del 163% del año 1985 (inicio del gobierno de García) y más lejos aún de su cenit: 7.482% en1990 (fin del primer gobierno de García). Como se esperaría y como investigaciones de valía lo han demostrado, la inflación ha afectado más a pobres que a ricos. Precisamente, este es el tema en el cual queremos hacer hincapié. Dado el inmenso crecimiento del producto (9% en 2007), la inflación no sería un problema si, gracias a la expansión, hubiese habido una disminución –sino equitativa, al menos importante– de los niveles de pobreza. Sin embargo, de 2001 a la fecha, el producto se ha elevado en 31% y la pobreza solo se ha reducido en 4,2% (según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística e Informática-INEI).

Son también problemas: que la educación pública en el Perú sea de las peores –por no decir la peor– de América Latina, que 7 millones de personas no tengan conexión al agua potable y paguen sobrecostos que bordean los 250 millones de dólares al año (véase Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional-AFIN), que 21,9% de los niños padezcan de desnutrición (véase Ministerio de Educación), que en el ultimo trimestre de cada 100 personas de la PEA solo 43 estén adecuadamente empleadas [véase, INEI (2008). Situación del mercado laboral en Lima Metropolitana, Informe técnico Nº 3].

¿Por qué, pese al enorme aumento del producto, la riqueza se distribuye de modo tan inequitativo? ¿Es correcto persistir en el modelo económico primario exportador?

De manera esquemática, el modelo económico peruano se caracteriza por tener una estructura primario-exportadora. En este sistema se privilegia al crecimiento económico sobre la distribución de la riqueza y a la empresa privada sobre la participación del Estado. Se dan todos los incentivos posibles al capital, ya que con mayor capital, mayor inversión; con mayor inversión, más crecimiento; y, con ello, menos pobreza. Así, en una economía industrial, mayor crecimiento significaría mayores puestos de trabajo, esto más riqueza de las familias ello provocaría mayor consumo y esto, a su vez, a mayor inversión, expandiéndose dicho circulo virtuoso. Sin embargo, en una economía primario exportadora, una mayor inversión no necesariamente activa esta dinámica positiva, más bien, generalmente, provoca todo lo contrario, ya que las ganancias no se reinvierten fuera del sector exportador de boom (el que por lo general opera como enclave) y no hay un aumento considerable del empleo, dado que este sector se concentra geográficamente en lugares circunscritos y su estructura productiva genera una demanda de trabajo mínima (por ejemplo, solo el 2% de la población económicamente activa es absorbida por la minería).

Responder tan complejas preguntas en un espacio tan breve –como acabamos de hacerlo– es temerario e irresponsable, pero sería imperdonable no reflexionar en ello. El boom de riqueza nos permite optar por un modelo económico más solidario, que promueva el desarrollo económico. Ojalá que no desaprovechemos esta oportunidad.

Entrevista con Renzo Rossini, Gerente General del Banco Central de Reserva del Perú BCRP

Sobre la inflación y la coyuntura económica peruana

Por: U. Nikolai Alva y Edika Quispe Torreblanca

Actualmente la demanda interna ha venido creciendo a una tasa de 11%, y el PBI a una tasa de 9%, ¿quizás la economía ya esté muy “sobrecalentada”?

Veamos, para el presente año nuestra proyección de crecimiento del PBI es de 7,5%, tasa cercana a nuestra estimación de crecimiento del PBI potencial de 7-7.5%. Por lo tanto, nuestro escenario de políticas macroeconómicas es uno de un “aterrizaje suave” a un ritmo actividad alto pero más sostenible. Naturalmente, este escenario contiene un activismo preventivo en la política monetaria y fiscal, que servirá para moderar -y no para revertir-el optimismo de consumidores e inversionistas. No me parece una situación de una economía “muy sobrecalentada”, de hecho no vemos incrementos salariales generalizados o “estrecheces” en los mercados de capitales o de divisas. Sin embargo, el logro de un crecimiento alto y sostenido no es sólo un tema vinculado a las políticas del lado de la demanda agregada, porque hay problemas importantes que enfrentar en el lado de la oferta, donde es necesario desarrollar reformas estructurales para mejorar el ambiente de negocios.

Algunos analistas han criticado la emisión primaria realizada por el BCRP como una de las causantes de una mayor inflación, ¿qué opina sobre ello?

Para llegar a una conclusión de este tipo, deberíamos contar con evidencia que muestre que el crecimiento de los billetes y monedas explica de manera sistemática al comportamiento de la inflación. Sin embargo, la evidencia en nuestro país y en la mayor parte del mundo es que esta relación entre oferta monetaria y la inflación se ha ido perdiendo, sobretodo en un mundo con tasas de inflación más bajas y con innovaciones financieras constantes. En otras palabras, las fluctuaciones menos predecibles de la demanda por dinero, terminaron con las metas monetarias en todo el mundo. En el 2002, el BCRP dejó las metas de crecimiento de la emisión primaria porque no servían para controlar la inflación. Por ello, los Banco Centrales, ante la poca predectibilidad de la demanda por dinero han optado por manejar una tasa de interés de referencia para el resto de tasas de interés y con ello afectar a la actividad económica y a la inflación. Es interesante como ha quedado grabada la figura de “la maquinita” que Don Pedro Beltrán para ilustrar la expansión de los créditos del Banco Central al Tesoro Público, lo cual está prohibido por la Constitución Política vigente.

El crecimiento de la emisión primaria recientemente en nuestro país se asocia justamente a movimientos en la demanda por dinero, sobretodo por la desdolarización de la liquidez del sector privado. Hoy el grado de dolarización es de 40% frente a 51% en el 2006. Este cambio en la composición de la liquidez no tiene consecuencias en la expansión del gasto ni en la inflación.

Por otro lado, la reciente elevación de los precios de bienes y servicios se ha concentrado en la agrupación de alimentos y bebidas, que ha subido en 9.2% en los últimos doce meses que terminan en abril, mientras que el resto de bienes y servicios han aumentado 2.2%, tasa cercana a la meta de inflación del Banco Central (2% con una tolerancia de 1 punto hacia arriba y hacia abajo). Los alimentos han subido por efecto de aumentos sustanciales del trigo, maíz, aceite de soya en los mercados internaciones. Ante este tipo de shocks en la oferta de bienes, no tiene sentido activar una política monetaria contractiva que reduzca los precios de los productos distintos de los alimentos.

Desde julio de 2007, el Banco Central ha venido ajustando la posición de su política monetaria con el incremento de la tasa de interés de referencia de 4.5% a 5.5% y la elevación de las tasas de encajes a las obligaciones en moneda nacional y en moneda extranjera de las entidades financieras nacionales. Estas medidas provocan alzas en las tasas de interés en el mercado financiero y transmiten de esta forma la necesidad de moderación en el gasto. La principal motivación del Banco en la adopción de estos ajustes es contener las expectativas de inflación.

Sobre las meta de inflación, ¿no habría sido un excesivo optimismo el haberla reducido?

La idea de una meta es anclar las expectativas de inflación en el nivel meta y mantener el compromiso del Banco Central de mantener la inflación la mayor parte del tiempo alrededor de esa meta. Se optó el ajuste del centro de la meta de inflación de 2.5% a 2% porque es la tasa de inflación predominante entre las economías desarrolladas con las que tenemos la mayor parte de nuestro comercio exterior, con lo cual al mantener tasas de inflación similares en períodos largos estamos manteniendo en promedio la paridad de compra del Nuevo Sol.

La idea es trabajar para alcanzar la meta de 2% y no mover la meta hacia la inflación actual, debiéndose remarcar que un esquema de metas de inflación la política monetaria busca que la inflación se ubique la mayor parte del tiempo en el rango meta y que cuando se presenten factores que saquen a la inflación de la meta se ejecute una estrategia para regresar a la meta. Es por ello un error hablar de una evaluación del cumplimiento de la meta de inflación sólo al finalizar el año.

Se ha hablado mucho sobre las intervenciones del Banco central en el mercado cambiario, ¿cuáles son los objetivos de dichas intervenciones?

El Banco no defiende un nivel de tipo de cambio, ni tiene una meta cambiaria, ni se propone influir en la tendencia. Lo que hace el BCRP es moderar las fluctuaciones, excesivas porque se estima que un alza pronunciada del tipo de cambio tendría un impacto importante en la estabilidad financiera debido al todavía alto grado de dolarización de las deudas de las empresas. Por ello nuestro régimen cambiario sigue siendo de flotación con intervención cambiaria, el FMI lo califica de “managed float”. Al no existir ningún compromiso con el tipo de cambio se puede conducir la política monetaria en un entorno de libre movilidad de capitales.

Desde el 2007 la intervención cambiaria se ha caracterizado por montos mayores (US$ 10 mil millones en el 2007 y US$ 8 mil millones en lo que va del 2008), reflejando los flujos de divisas por el alza de precios de exportación, el crecimiento de la inversión extranjera, la desdolarización de depósitos y, más recientemente, los influjos de capitales de corto plazo. Las compras de dólares permiten acumular reservas internacionales que servirán de resguardo para el momento en que una o varias de estas condiciones favorables se reviertan.

Una de las consecuencias de la crisis de las hipotecas subprime y de la debilidad del dólar es que han desaparecido opciones de inversión para los inversionistas institucionales, lo cual ha terminado este año en un redireccionamiento de fondos hacia inversiones de corto plazo en monedas y en commodities. A comienzos de este año empezamos a registrar estos flujos en nuestro país, orientándose primero a certificados del BCRP, que adquirían a bancos locales (unos S/. 4 mil millones principalmente enero) y luego en depósitos bancarios, principalmente a la vista (otros S/. 4 mil millones principalmente entre marzo y abril o casi 10% de los depósitos bancarios). La magnitud de estos influjos han creado bolsones de liquidez de corto plazo que dificultan la gestión de la política monetaria y crean una vulnerabilidad al sistema financiero por lo cual el Banco Central no les da acceso a que inviertan a sus certificados y además les ha colocado un requisito de encaje de 120% si entran como depósitos.

Asimismo, hay países con mayor tasa de interés que la peruana, y no están siendo inundados por capitales de corto plazo, la causa de estos movimientos de capitales especulativos hacia el Perú más que al diferencial de tasa de interés se debería a las expectativas de apreciación del sol, muchos de esto fondos han venido a cero tasa de interés.

En ese sentido, ¿qué opina de la reciente colocación de bonos hecha por el Ministerio de Economía y Finanzas MEF?, ¿habría un conflicto entre las políticas del BCRP y las del MEF?

El MEF tiene desde el 2001 un exitoso programa de emisiones de bonos en moneda nacional que hoy llega a plazos de hasta 30 años. Este programa contribuye a la reducción de la deuda pública en moneda extranjera y promueve el desarrollo del mercado de capitales locales. El BCRP conoce de estas emisiones, por ejemplo por medio del Comité de Caja del Tesoro que se reúne a inicios de mes. En el caso concreto de la última colocación, no existe ninguna contradicción con las acciones del Banco porque no sólo la conocíamos, sino además porque se trataba de una colocación de largo plazo que no es atractiva para el inversionista que quiere una ventaja de corto plazo.

Asimismo, el MEF ha logrado ajustar la política fiscal durante su ejecución, de manera que al final el superávit fiscal terminó siendo mayor al esperado como fue el caso del 2007 cuando registramos un superávit de 3% del PBI, lo cual podría repetirse este año.

Actualmente hay una sensación de malestar respecto a la inflación, ¿no habría un problema de mejor difusión por parte del BCRP sobre su rol y sobre las metas de inflación?

El incremento de los precios de los alimentos está creando un descontento no sólo en nuestro país. La prensa nos trae información de los incidentes públicos que está causando la disparada del precio del arroz en Asia y el de otros precios de alimentos en distintos países. A ello se suma el incremento de los costos de transporte por los mayores precios de los combustibles. Por ello, es entendible el descontento. Sin embargo, es importante reconocer el origen internacional de este problema para evitar soluciones “mágicas” como los controles de precios que terminan ahondando el problema con el desabastecimiento y las colas. En contraste, un esquema que ha venido funcionando eficazmente ha sido el del fondo de estabilización de precios de los combustibles.

La contribución del Banco Central es sostener su compromiso de retornar a una situación en el que la inflación esté alrededor de 2% (entre 1% y 3%). El Banco ha informado que la inflación estaría fuera de su meta por factores que escapan a su control y que retornará a la meta paulatinamente desde mayo, cerrando este año por encima del límite superior y acercándose al 2% a mediados del 2009.

Finalmente ¿Cuál sería su opinión? Sobre los siguientes comentarios -que suelen ser muy frecuentes en la actualidad: “Regresó el fantasma de la inflación”, “La apreciación del sol causa pérdidas millonarias en las exportaciones por lo cual el BCRP debería intervenir para revertirla”

Sobre el primer punto, hemos sido testigos de la gran intolerancia de los peruanos a inflación, lo cual es muy positivo para la posibilidad de mantener una moneda sólida. En cuanto al supuesto “fantasma de la inflación”, debemos recordar que la inflación es un proceso continuo y generalizado de alzas de precios de los bienes y servicios, cuando lo que venimos observando alzas transitorias (no continuas) de algunos componentes de la canasta del consumidor (alzas no generalizadas).

Y sobre lo segundo, si se enfrenta un riesgo, es decir la probabilidad de un evento negativo, debemos buscar una forma de mitigación o de eliminación del riesgo. Si el evento negativo para los resultados de la empresa es una caída del tipo de cambio, existen las operaciones de venta forward que pueden proteger a la empresa. En todo caso la competitividad es un asunto complejo en dónde el tipo de cambio es una parte de ella.